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Mostrando entradas de 2024

No 8 "Cuando el Sueño se Desvanece"

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  CAPITULO No 8  “Réquiem por un Soñador: El Desvanecimiento de un Sueño (Montreal, 1994)” La puerta crujió, un sonido seco que rasgó el aire como el filo de una cuchilla, arrancándome del refugio de mis pensamientos. Al levantar la cabeza, el brillo acerado de los ojos de mi supervisora me atravesó como un relámpago helado. Sus palabras, precisas y afiladas, flotaron en el aire con la levedad de una sentencia inapelable: "Necesito que pases por mi oficina antes de que termines tu turno". Nada más fue necesario. Un escalofrío, como el roce gélido de un espectro, se deslizó por mi espalda, confirmando el presentimiento que había latido en mí durante semanas como un presagio funesto. Los minutos que restaban del turno se convirtieron en una tortura lenta, una sucesión interminable de transacciones que se dilataban, cada una de ellas un aguijón que punzaba con creciente desesperación. El zumbido incesante de las luces fluorescentes, que antes había sido un murmullo insignificant

No 7 "Caminos sin Huellas: Ausencias Compartidas"

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 CAPÍTULO 7 “Caminos sin Huellas: Ausencias Compartidas” En el rincón de la estación de metro, donde la niebla se arremolinaba como nuestros pensamientos inquietos, nos encontrábamos en un ritual silencioso. El aire denso y húmedo se colaba entre nosotros, convirtiendo cada respiración en un suspiro visible. Nos envolvía un manto de misterio y melancolía, tejido con hilos de expectativas no expresadas y anhelos contenidos. El silencio del norte, inmenso y solemne, parecía abrazarme con una frialdad que no solo era de hielo, sino también de memoria. Lejos del bullicio cálido de mis raíces tropicales, cada eco del corazón en esta tierra parecía un susurro que la niebla absorbía con indiferencia. En estas tierras distantes, donde los inviernos prolongan las sombras y el cielo parece teñido de un gris perpetuo, todo se había congelado en su curso. Fue en medio de esta solitaria vastedad cuando la vi, y por un instante el frío cedió. Su sonrisa, tenue como el reflejo de una luna oculta, me

No 6 "El Principio de Todo: Un Encuentro Bajo el Cielo de Montreal"

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  CAPÍTULO VI "El Principio de Todo: Un Encuentro Bajo el Cielo de Montreal" El 4 de julio de 1992, en la ceremonia de la entrega de mi ciudadanía canadiense, solo una persona me acompañaba: mi profesora de francés y amiga, Marie-Andrée. Sus ojos claros, como dos lagos tranquilos bajo un cielo nublado, reflejaban la sabiduría de los años y una melancolía serena. En ellos, se podía vislumbrar un pasado lleno de alegrías y sombras, como un bosque donde los árboles centenarios guardan los secretos del tiempo. Su sonrisa, tenue como una brisa primaveral, se dibujaba en su rostro, revelando un alma sensible. Era una sonrisa que había aprendido a florecer entre las grietas de la vida, como una flor silvestre que resiste el invierno. Vestida con un toque de la elegancia quebequense, irradiaba la calidez de quien, a pesar de la tristeza, brillaba con una luz propia, como una joya oculta. "Ahora eres parte de nuestra tierra", pronunció en un francés cristalino, pulido por añ